Friday, February 24, 2012

Daimón: El antihéroe y el inevitable paso de la Historia / por Eva Soto


Al acabar de leer Daimón, novela de Abel Posse, me topé por segunda vez con la cita de una crítica literaria extraída del diario español El País, que dice: “Una visión, más que fantástica, delirante; más que crónica, mito. Una novela tan importante como Cien años de soledad.” ¡Tan importante como Cien años de soledad! Al leer esta observación al inicio de la novela no podía esconder mi total desacuerdo. Es tan solo con el final de mi lectura y con un par de días de reflexión silenciosa e inconsciente, que mi cabeza se abre a un sinfín de posibilidades (todavía sin resolver).

En esta segunda parte, presenciamos, aproximadamente, otros trescientos años de vida del rebelde Aguirre. En lo que será un intento de resumen y análisis más o menos breve, voy a dividir los sucesos -y los temas relacionados con éstos- en seis partes que completan un círculo: el amor como felicidad verdadera, el carácter metarreflexivo de la novela, la resistencia al paso del tiempo (y de la Historia), el poder de estar en vez de hacer, el triunfo del desarrollismo como fuerza antinatural y devastadora, y la muerte definitiva, una vez reencontrado el amor. Todos estos temas serán vivencias del protagonista individualista y egoísta de Aguirre, que por mucho que sus alrededores cambien, su espíritu se mantiene solitario, incomprendido y ferozmente egocéntrico.

En lo que parecía un personaje esencialmente plano, con un ansia de poder difícil de superar y una crueldad típica del que ha perdido la cabeza, Aguirre crece y se llena de experiencias nuevas que le obligan a autorreflexionar sobre lo que ha hecho en su corta vida antes de morir, y el porqué sigue siendo tan infeliz. Los Marañones han encontrado la ciudad misteriosa de El Dorado, descubrimiento que los hace los más ricos y afortunados del mundo materialista, sólo para perder las ganas de vivir poco después. Esta decepción -ya anticipada por las Amazonas en el TAROT III (57)- conduce a Aguirre a perseguir a sor Ángela para encontrar el amor, un sentimiento que se mantenía desconocido para él. Este impulso lo incita “la Voz”, a la que se la refiere como el Demonio (Daimón) que, en la mitología griega podía tener un significado tanto benigno como malvado y, que aquí, juega un papel polémico en la trayectoria del protagonista.

Los enamorados prosiguen con su romance en la altura de la tierra paradisíaca del Machu Picchu, trozo de cielo que todavía seguía sin ser descubierto por la Civilización. En la virginidad del paisaje y de la situación nace un matrimonio pasional y feroz que, a sorpresa de todos, despierta en Aguirre una felicidad sin precedencia en todos sus años de poder y conquista. Así, el fantasma-hombre llega a conclusiones nunca previstas: “‘¿Cómo he podido vivir sin amor?’ Todo había sido ingrávido, trazos en el agua. ‘¡Nada sin amor, nada!’” y, un poco más adelante: “‘La crueldad es un entretenimiento de cabrones, de viudos, de solterones...’” (148). ¡Qué fácil se hace deshacerse de un tirano! El ejemplo de Aguirre es notable. Es, en mi opinión, la victoria de la soledad conquistada, la sensación de pertenencia que siempre le fue negada por el Imperio Español y que, por fin, se le otorga con la organicidad del amor.

Esos años en los que vive allí arriba con el indio-mentor Huamán, enamorándose, casándose, reproduciéndose y lentamente desencantándose de nuevo -como con el oro, pero con menos descaro-, le mantienen en un espacio atemporal, donde nada ha cambiado más que su propia suerte. El carácter metarreflexivo de la novela se acentúa más durante este periodo de autodescubrimiento y transformación: “Aguirre iba comprendiendo que Machu Picchu era uno de los pocos lugares... [en que] Se concentra... el espiral del tiempo... Una vertiginosa unidad... una secreta coherencia (por supuesto que no se trata de la solemne Historia...)” (153) y la presencia del narrador se hace constante con las intervenciones parentéticas. Así como su capacidad reflexiva aumenta, el aburrimiento -y el griterío de los hijos- empieza a meterse en su mente como una enfermedad: “‘¡Pensar que abandoné mi Imperio por amor!’” (167). Pero Aguirre sigue metido en una fantasía. Tanto es así que decide ausentarse por un tiempo indeterminado con su fiel amigo, el negro Nicéforo, y baja a visitar una nueva época para las Américas y para sus antiguos verdugos. Con este viaje, Aguirre entiende que su antiguo rol en el mundo es inexistente y así lo será para siempre, puesto que los tiempos han cambiado, y él no ha cambiado con ellos. Es una revelación triste para un conquistador con tantas aspiraciones. Su hija, doña Elvira, está casada con el escribano, Blas Gutiérrez, con quien forma una familia revolucionaria e independentista en una tierra republicana, alimentada con todos los ideales importados de la Revolución Francesa: “‘Es el progreso, Aguirre, es el signo de los tiempos. La igualdad nos alcanza a todos, tarde o temprano’” (178), pero para la ex-figura autoritaria de nuestro protagonista eso no formaba parte de sus intereses individuales. El encuentro con piezas de su pasado situadas en el presente le deprime. La sensación de marginalización y el desencaje regresan, después de tantos años acostumbrado a ser feliz, al verse atrapado en la imposibilidad de aceptar el paso de la Historia: “‘¡No soy nada! ¡Nada! ¡Soy el único imbécil que no supo aprovechar la Revolución!’” (189).

Siguiendo su impulso egoísta y desconsiderado, Aguirre malentiende la Voz del Demonio y mata a su mujer y, con ella, la cotidianidad de esa etapa de su vida-muerte. El Huamán y los efectos rejuvenecedores de la ayawaska protagonizan este nuevo proceso de transformación que llevan a Aguirre a mantener una paz consigo mismo, la Tierra y el resto de los humanos, inimaginable en sus primeros días como fantasma. El proceso se inicia con el cuestionamiento del cristianismo y de su persona que hace el Huamán: “‘...Lope, ¡convéncete! Tú y todos los cristianos llevan el incurable mal de no haber nacido... Haces porque no puedes ser. Matas porque temes vivir. ¡Caminas como loco rayando mares y tierras porque tienes enmarañados los caminos de adentro!’” (201). Haces porque no puedes ser. Esta sería el pensamiento con el que Aguirre se quedaría durante el resto de su muerte en vida.

El estado de trance que consigue Aguirre en su viaje espiritual a Lo Abierto se ve interrumpido por la llegada de los americanos al Machu Picchu (1911) en lo que será la señal definitiva de la inevitabilidad del desarrollo moderno: una nueva etapa que, para Aguirre será caracterizada como un periodo de dolor y horror tanto para él como para la naturaleza que, tras el descubrimiento de Lo Abierto, eran una misma unidad. Era, en esta sociedad, “un pingajo, un relicto, un olvido.” (225). Descubre la explotación laboral que viene con los intereses económicos, mucho más viciosos que los de la búsqueda de El Dorado: “El más primario espíritu comercial había modificado la vegetación de las costas oceánicas y de las tierras fértiles del interior. Perales, viñedos, olivos, algodón, trigo, verduras exóticas. Las especies tradicionales habían perdido la batalla.” (236) y, un poco más tarde: “...de los 91 millones de locales que había en el momento del descubrimiento de Europa sólo quedaban unos 11 millones de puros sin poder ni gloria, el resto había sido eliminado con Civilización.” (237). Estos cambios históricos también afectan al invencible personaje, al ser torturado por el prototipo de dictador sudamericano encabezado por Carrión, uno de sus hijos bastardos, que absorbe el papel del tirano Aguirre en la modernidad.

Todas estas observaciones antidesarrollistas, sin embargo, no vienen del propio Aguirre indignado, sino de una voz narradora informativa que transcribe testimonios. Aguirre, aunque espiritual y más completo como fantasma-humano, sigue fiel a su egoísmo e individualismo que no le permite sentir por los demás. Su viaje es únicamente para vivir-morir en paz. Es por eso por lo que a Aguirre le cuesta desaparecer por completo. Sus deseos finales siguen insatisfechos hasta que consigue volver a amar, sin importarle lo más mínimo la causa revolucionaria que trata de traer justicia en el mundo. A él, la justicia, si no es para su propia alma, es prescindible.

Así pues, Aguirre muere feliz, en manos de su nueva enamorada la Mora, una mujer con la que había tenido previa fascinación, pero no amor, como el que le llena al rebelde que sigue siendo una leyenda en discusión.

Abel Posse nos ofrece la trayectoria de un personaje histórico que sobrevive por 400 años, del colonialismo español al neocolonialismo americano. El desarrollo de los personajes en conjunción con los hechos históricos que bien conoce el autor y algunos de sus lectores, hacen de este libro una obra compleja que se muestra difícil de digerir en un principio, y se abre a una enriquecedora lectura con el paso de las páginas.

Friday, February 17, 2012

Daimón: La complejidad de un antihéroe / Análisis de Veronica Short


Abel Posse nos entrega un libro que presenta la figura de Lope de Aguirre (1513? – 1561) quien luchó contra Gonzalo Pizarro en Perú, y en ese sentido fue leal al rey, para años después declararse en rebeldía contra Felipe II y la soberanía de España. Este análisis cubre los primeros cuatro “capítulos” de Daimón, desde el principio del libro hasta el final del “Arcano Cuarto: El Emperador”.

Daimón encarna la Nueva Novela Histórica con la ruptura del tiempo lineal, la poliglosía, el carnaval y con un montón de analogías. Además, por todo el libro se nota el anacronismo. Por ejemplo, el libro empieza con la referencia del encuentro de 1492 entre unas referencias a Aguirre. Asimismo, desde el principio notamos la poliglosía con el título del capítulo uno, con el español y el francés. También está representada en las perspectivas distintas, por ejemplo, “el descubrimiento de Europa en 1492” (11). Otro tema bien grande en el libro es el carnaval. La sensualidad continúa como un tema por toda la novela y en especial el capítulo sobre las Amazonas. Sin embargo, aunque hay tantas cosas que se puede analizar en estos primeros capítulos, voy a enfocarme en el titulo, los epígrafes, lo bárbaro y la metamorfosis del personaje principal, Lope de Aguirre.

Como todos los buenos libros, el título nos enseña un punto clave del libro. El de esta obra viene del griego que significa “demonio”. Ya el libro señala la erudición del autor y el tono del protagonista. Sin embargo, esta traducción no es sencilla. La idea del “demonio” hoy en día tiene una connotación negativa. No obstante, en la tradición griega, puede representar lo malo o lo bueno. Entonces, el título nos da una vislumbre del enredo de la historia.

En el estilo típico de la Nueva Novela Histórica, Posse nos presenta esta historia que rompe con todas las reglas de la Novela Histórica. El libro empieza antes del primer capítulo y aun antes de los dos epígrafes, con el sumario de la vida del tirano Aguierre y sus matanzas, que incluye su propia hija, Elvira. Lo curioso es la última frase que dice que Aguierre “Siguió viviendo en el Eterno Retorno de lo Mismo, que es una espiral espacio-temporal”. Aquí presenta nuestro protagonista, muerto, en un tipo de purgatorio, como Colón en El Arpa y la sombra. Como indica la cita, el tiempo no sigue lo lineal y tampoco es cíclico. No regresa para hacer lo mismo, sino regresa y cambia un poco cada vez. Al hecho de que es “una espiral’ me hace pensar que Posse nos da un protagonista complejo, en un tipo de viaje y transformación. Creo que vamos a saber si es así o no al final del libro.

El libro continúa con dos epígrafes y la intertextualidad: una cita de Cristóbal Colón, que supuestamente destaca la “Civilización” y una cita del poeta-rey Nezahualcoyotl bajo la inscripción “Barbarie”. Se nota la ironía con estos epígrafes y el uso de la relación binaria del civilizado/bárbaro. Ya conocemos un poco de Colón y su primera carta: su asombro ante un mundo tropical, su aspiración de apropiación aun antes de empezar su periplo y su deseo por el oro tan pronto que llegue. Como los epígrafes están bajo del título “La epopeya del guerrero”, presenta Colón y España como una presencia de guerra, no de exploración en búsqueda de negocios. Además, Posse presenta un tema de preocupación de Colón: estas putas jóvenes: “la más vieja no sería de once años y la otra de siete; ambas con tanta desenvoltura que no la tendrán más de unas putas.” Se puede ver esta cita como una conclusión que los indios son bárbaros por tener prostitutas niñas o lo puede reflejar más a la mentalidad de Colón, que él las veía así.

El segundo epígrafe también es interesante. Representa un rey Nezahualcoyotl (1402 – 1472), que en contraste a Colón, era culto. Además de ser poeta-rey nahua, era filósofo y arquitecto. En el libro hay parte de uno de sus poemas que habla de la muerte. Se nota el tono filosófico y casi religioso. Entonces, hay una inversión de los roles de lo civilizado/bárbaro.

El libro continúa con esta idea de inversión. Una frase ejemplifica ésta para mi es la que empieza la novela: “A los sacrificios y carnicerías sigue el jadeo rítmico de los acoplamientos” (11). Al leerla la primera vez, supuse que hablaba de los nativos, especialmente después de leer El Entendado. Sin embargo, después de leer cien páginas de Daimón y de los actos bárbaros y concupiscentes de Lope, creo que esta frase refiere más a Aguirre y los españoles que los indígenas. Posse representa Aguirre que disfruta este carnicería: “Se veía que a pesar de todo, sea como verdugos o como víctimas, habían gozado. Preferían el riesgo de la aventura al limbo” (14). Representa a Aguirre que se deleita en la matanza y continúa en esta manera después de la muerte. La voz narrativa explica: “Insultos, cariñosos reconocimientos castrenses que no ocultaban la alegría de Lope” (14). Lo veo como un ejemplo de la barbarie que Montaigne presenta en su ensayo sobre los caníbales. Destaca los horrores de los indígenas de comer carne humana pero invierte el argumento y expone que los actos de los españoles eran aun peor.

Una indicación de un cambio, o parte del viaje espiral de Aguirre, viene de la palabra escrita. El Escribano le cuenta a Lope lo que escribió en su crónica y todo el mundo temía su reacción, pero dice que Aguirre “concedía poca importancia - todavía - a la palabra escita” (19). Sin embargo, más tarde, en el capítulo cuatro, cambia su mentalidad cuando el Escribano escribe sobre su hija. Declaró al Escribano “¡Has vejado a mi niña en tu mundo de papel!” (78), y lo castigó y prohibió que alguien escribiera sin su consentimiento. Con un salto de siglos, Lope se dio cuenta del poder de la palabra escrita. Envió a su tripulación a ver cuál era su reputación en el mundo. Los hombres regresan y le cuentan que “Parece que han escrito tu historia. Te han hecho vivir, matar, morir, en los libros...” (97). La palabra le hizoo inmortal. En vez de tener un desprecio por lo escrito, comprendió que éste es lo que formaba su notoriedad, que era “parte del demonio” (97), pero los imperios europeos no lo temaban y continuaban conquistar: “América es una ballena y los tiburones muerden por los bordes” (98). Agirre se sentía una desesperación por la pérdida aparente de su sueño “ridículamente ilusorio” (99). No obstante, se animó otra vez para continuar con la rebilión: “te traigo nuevo testimonio de mi alzamiento, que es el eterno alzamiento de América” (99). Con esta realización se identifica con los oprimidos. Al final del capítulo vemos un personaje complejo y cambiado. Es tirano que se ve al mundo desde otra perspectiva: “Por primera vez en sus largas vidas [Aguirre] se sintió americano” (100). 



Saturday, February 11, 2012

El Otro sin identidad, un análisis de Katie Davis


El libro, El entenado, como ya se sabe se encuentra bajo la categoría de Nueva Novela Histórica por su forma más moderna de escribir. El protagonista/narrador cuenta su propia historia en primera persona de dos tiempos y dos espacios principales. En primer lugar, el “yo” viejo escribe en el tiempo presente desde su casa blanca en España; y de allí, en segundo lugar, cuenta su historia desde la perspectiva de su “yo” joven en el Nuevo Mundo usando el tiempo pasado. El yo viejo se presenta como el observador omnisciente, que aparece a menudo, o mejor dicho, interrumpe al yo joven para añadir información que le parece como útil al lector para un mejor entendimiento de los acontecimientos. En esta tercera parte que hemos leído hay seis acontecimientos sobresalientes: el acostumbramiento del joven a la vida de la tribu; su encuentrocon los españoles; su introducción de nuevo al país de su infancia; su relación con el Padre Quesada; su experiencia con el teatro; y una reminiscencia de lo exterior e interior del ser de los indios.

Esta sección empieza con una breve descripción de cómo el protagonista se iba acostumbrando a la vida indígena. Describe que, “A ese horizonte de agua, arena, plantas, y cielo, empecé a verlo, poco a poco, como un lugar definitivo…dos o tres años después de haber llegado era como si nunca hubiera estado en otra parte,” (46). Apenas termina de explicar esto cuando de repente se saca de su lugar de diez años y se encuentra por segunda vez observando de lejos, en una canoa, a los indios como a los “otros” (siendo ese día el día cuando mataron al capitán y a sus compañeros). Su descripción de los indios es muy superficial ya que sólo explica lo visual, pero casi no se habla de sus sentimientos, ni de relaciones personales con los indios. Tampoco les da a los indios nombres. Es como si, aunque se acostumbra a la vida indígena, nunca puede identificarse completamente con ellos y así siguen siendo otros.

Experimenta un choque con la realidad cuando se encuentra con los españoles por primera vez después de diez años. Sólo por su barba se nota que no es indio porque su desnudez y falta de lengua española le da la impresión de ser un salvaje, como si fuera uno de los indios. Por esta razón, recibe mucha sospecha de los españoles, quienes creen que ha sido ‘venado” por vivir tanto tiempo con bárbaros. La pérdida de su lengua de infancia y la incomodidad de los vestidos en su cuerpo desnudo aumentan aun más su sentido de confusión. Ahora se encuentra en un espacio donde no puede identificarse ni con los españoles ni con los indios. Es un otro sin identidad.

Por haber perdido su identidad experimenta una depresión profunda al llegar al país de su infancia. Esta frase, “de su infancia,” muestra la pérdida y confusión que está experimentando. Existen dos lugares, este país, lo europeo, y ese país, lo indígena, y se da cuenta de que no pertenece a ninguno. Este término aparece una vez más en referencia al idioma español, diciendo que “Día tras día, el idioma de mi infancia…fue volviendo” (51). Aunque empieza a reconocer la cultura de su país materno, esto no le da gratificación, sino un espacio de silencio interno.

Aparece una persona significativa en la historia, el Padre Quesada. Para el protagonista este personaje se convierte en una figura paterna, como ya es huérfano es importante para él llenar ese espacio vacío. El Padre Quesada es la única persona que no sospecha de él durante sus primeros años de regreso. Se vuelve no sólo un padre sino también un maestro porque “Todo lo que puede ser enseñado lo aprendí de él” (53). Es este hombre que salva al protagonista de su pesadumbre. Durante las descripciones del Padre Quesada hay muchos saltos de tiempo. Al menos dos veces se dice que se murió, pero de repente se habla de otra experiencia importante que le pertenece. Él casi desaparece de la historia cuando el protagonista comienza su trabajo con el teatro. El escribir y actuar se presentan como actos muy prevalentes en esta novela. Por ser un “hombre de letras” el protagonista consigue trabajo en el teatro y más adelante le piden que escriba una comedia sobre su vida en el Nuevo Mundo. Pero lo que sale no es una historia verdadera sino una historia con la intención de agradar a los oyentes. Es la mezcla de historia y ficción lo que le otorga fama y riqueza.

Esta sección de la novela concluye con una intención de descifrar lo interior del exterior del ser de los indios. El protagonista puede explicar en una variedad de palabras las costumbres, los actos, y las creencias: lo que percibe afuera; en cambio, entender lo interior se le presenta casi imposible. Él habla de su frustración cuando dice, “A veces los contemplaba durante mucho tiempo, tratando de adivinar como vivían, desde dentro” (65). Un ejemplo que da es sobre la creencia de que todo el mundo es exactamente igual, incluso los “hombres, cosas y animales, vivos o muertos, coexistían en la misma dimensión” (62). Aunque podía observarlo y decirlo en palabras, el entendimiento total de por qué creían así fue siempre para el narrador un misterio. Aprende que se puede relacionar con unos por saber y haber experimentado cómo viven, pero sin el por qué, le es imposible compartir con ellos su identidad.

Saturday, February 4, 2012

El Entenado / Un análisis de Pilar Rooney

El Entenado, inspirado en la figura histórica de Francisco del Puerto, narra sus vivencias durante diez años (sus experiencias son el archivo del origen de la novela en sí) con los indios Colas Tiñe (nombre de una tribu real, la cual a su vez es una ciudad al sur de Argentina). El narrador rompe con la temporalidad utilizando la técnica del flashback (narra la historia cuando es anciano y va y viene del presente al pasado y viceversa) tratando de recordar los acontecimientos más resaltantes. El narrador protagonista (elemento omnipresente), que en ese entonces tenía 15 años, empieza su historia describiendo el mundo de los puertos, rudo, crudo, y complejo, de la España del siglo XVI, esto añade realismo a su narración histórica. En este ambiente se hizo hombre y el contexto portuario sustituye su carencia de o padre y madre “todo esto me acuno...”(5). Pero el puerto no era suficiente para él, su espíritu aventurero (pensamiento moderno), alimentado por las historias fantásticas de riqueza lo hizo embarcarse con destino a las Malucas. Durante los 3 meses de travesía tuvo que decidir entre su honor y sobrevivir: opto por vivir al aceptar los requerimientos sexuales de sus compañeros de viaje. El elemento dialógico se ve en las relaciones de igualdad de las varias voces (capitán, marinos el grumete,): “El capitán era, un hombre sin rudeza, lo veía trabajar en cubierta con el mismo rigor que los marineros…a mi me trataba con bondad…la tripulación lo respetaba pero no le tenia miedo…” (2). y la existencia del dialogo y la presencia del otro aunque no hablen el mismo idioma se hace palpable, como cuando los indios invitan a comer a el entenado diciendo Def-ghi,def-ghi… “y juntando los dedos por las yemas y sacudiéndolos hacia la boca abierta, me significaron el acto de comer..”(22). El entenado es un personaje picaresco porque proviene de bajo rango social, no conoce sus orígenes y vive entre el grupo social de marginados de la sociedad (prostitutas, alcohólicos, marineros). El encuentro con lo desconocido del Nuevo Mundo se materializa, después de varios intentos fallidos, cuando el capitán (aquí Saer agrega un personaje real histórico Juan Díaz de Solís) arriba a un lugar desértico que parece tener habitantes. Es allí donde él y los tripulantes del barco son asesinados por los indios , excepto el Entenado. El protagonista se queda nuevamente sin su “nueva familia adoptiva”, sin embargo, los indios lo tratan con amabilidad, le dan de comer, le hacen jugar como a un bebe. Los elementos de la Nueva Novela Histórica se hacen presentes (heteroglosia) cuando los indios se dirigen a él usando el termino Def-ghi,Def-ghi de manera afable: Me levantaron a varios centímetros del suelo…ahorrándome el esfuerzo de la carrera. Duro un día entero…” (12). Estos indios se convierten en su nueva familia. Pero, justo esa noche él llora en medio de su soledad infinita al reflexionar sobre su orfandad (14). El Entenado escribe su archivo, su narración oficial de sus extraordinaria estancia con los indios, pero sus vivencias le parecen, después de muchos años, como el recuerdo de un acontecimiento verdadero " …o imagen instantánea sin pasado ni porvenir”. Quizás sea esta una visión desesperanzadora de las Américas sin un origen claro y por lo tanto sin un futuro esperanzador de parte de Saer: “Esa criatura que llora en un mundo desconocido asiste sin saberlo, a su propio nacimiento no sabe cuando nace...” (14). Hay incertidumbre de parte del narrador en saber cual es la real historia o cual será el de venir de la historia. A continuación del tema del canibalismo se hace, presente cuando el capitán y los miembros de la tripulación son cocinados a la brasa y degustados con mucho placer. El entenado se adapta a las costumbres de su nueva familia y disfruta el banquete. Luego, relata con lujo de detalles, las practicas sexuales de los indios que incluyen desde sodomía, lesbianismo, incesto, masturbación hasta orgías. El sexo y el erotismo en la cultura de los indios son descritos por el narrador de manera natural, como un medio de satisfacción instantánea sin afecto, para luego al día siguiente continuar con su vida rutinaria. Aquí otro de los elementos de la nueva novela latinoamericana se hace presente cuando el autor distorsiona la historia a través de exageraciones de la realidad: “una masa informe de cuerpos, enredada en un acoplamiento múltiple se revolcó, por descuido en un lecho de brasas y unos gritos terribles se mezclaban a los suspiros…” (28). Otro elemento importante es la presencia de lo carnavalesco ,según Bajtin ,”esto es un acto subversivo en donde se desfiguran las convenciones sociales para mostrar irreverentemente lo grotesco como parte de la realidad”, el desenfreno sexual ,la fornicación grupal hasta el punto del éxtasis: “los que no participábamos de la orgía éramos invisibles…la muchedumbre frenética nos ignoraba”(28). Quizás, en esta primera parte del Entenado el canibalismo simbolice los orígenes turbulentos, anárquicos de nuestras democracias (caudillismo, etc.), que poco a poco fueron consolidándose con el transcurrir de los tiempos. Por último, el Entenado trata de ofrecernos un archivo de nuestra historia, un archivo que no existe y nos hace ver a través de sus experiencias las contradicciones y complejidades del origen de la historia de las Américas.